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La obra poética de Marosa di Giorgio (Salto, 1932 – Montevideo, 2004), se parece poco a cualquier otra contemporánea o no a la suya. Sobre ella señaló la crítica ya a inicios de los sesenta (cuando comenzó a atraer la atención del periodismo cultural) que resulta inconfundiblemente extraña, barroca, fascinante. Su rasgo más característico y el vórtice mismo de su atracción subyugante es que ese mundo poético se trama de forma original y sostenida sobre lo familiar inquietante. Lejos de la idea de monumento de la cultura, grandilocuente y definitivo, su obra construye un mundo propio a través de la continuidad de lo múltiple, en la tensión entre lo inculto y lo ritual, entre lo salvaje y lo doméstico. Toda su obra resulta a un tiempo fragmentaria e indivisible, recursiva y proliferante, fractal y caleidoscópica. Su aparente caos atiende a la lógica de lo imprevisible, de la diferencia y del recomienzo: la estructura paradojal de su universo yuxtapone verso y reverso, lo mismo y lo otro. Como las dos caras de la misma moneda no existe un lado sin el otro. En este mundo poético todo se está transformando: persiste en estado de devenir perpetuo como una criatura en estado de permanente metamorfosis que no terminara de alcanzar su forma definitiva, adulta.

LA CONJURA DE LAS HADAS INFANCIA Y EXPERIENCIA EN LA POETICA DE MAROSA DI GIORGIO - ADRIANA CANSECO

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La obra poética de Marosa di Giorgio (Salto, 1932 – Montevideo, 2004), se parece poco a cualquier otra contemporánea o no a la suya. Sobre ella señaló la crítica ya a inicios de los sesenta (cuando comenzó a atraer la atención del periodismo cultural) que resulta inconfundiblemente extraña, barroca, fascinante. Su rasgo más característico y el vórtice mismo de su atracción subyugante es que ese mundo poético se trama de forma original y sostenida sobre lo familiar inquietante. Lejos de la idea de monumento de la cultura, grandilocuente y definitivo, su obra construye un mundo propio a través de la continuidad de lo múltiple, en la tensión entre lo inculto y lo ritual, entre lo salvaje y lo doméstico. Toda su obra resulta a un tiempo fragmentaria e indivisible, recursiva y proliferante, fractal y caleidoscópica. Su aparente caos atiende a la lógica de lo imprevisible, de la diferencia y del recomienzo: la estructura paradojal de su universo yuxtapone verso y reverso, lo mismo y lo otro. Como las dos caras de la misma moneda no existe un lado sin el otro. En este mundo poético todo se está transformando: persiste en estado de devenir perpetuo como una criatura en estado de permanente metamorfosis que no terminara de alcanzar su forma definitiva, adulta.