Los saberes expertos no tienen estructura de ficción: atribuyen un contenido semántico fijo y estable porque se presentan de manera inequívoca y universalizante, como en el DSM. Así, intentan determinar de forma unívoca los destinos de los sujetos que transitan esa institución llamada infancia. Además, a pesar del uso (inapropiado) de diagnósticos y medicación en el ámbito escolar, los trastornos y las enfermedades mentales han aumentado. Es tiempo de comprender que hemos construido el problema de forma errónea o al menos sesgada. Por eso, frente a lo imposible de los oficios de educar y curar, imposibilidad inherente al ser humano en tanto que inacabado, hallamos que la educación no tiene remedio. En cambio, entender el oficio de educar como uno de los tres imposibles freudianos renueva las posibilidades de insistencia. Educar con la advertencia de sus límites es una práctica sisífica y por lo tanto política.