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Su autor, Federico Constantini, escribió este texto que nos parece contiene lo esencial y dramático de aquello que sucede en el espíritu de quien ha sido condenado. Copiar las primeras líneas del texto es dejar, es dejar reflejo de insospechadas tensiones del hombre: "Cuando Ramírez escuchó la sentencia tuvo una sensación desconocida para él hasta ese momento. Tuvo la sensación de la certeza. Supo, desde ese preciso instante, que a partir de ese día y por muchos años más, debíahacer solo una cosa, seguir sobreviviendo. Se levantó de la silla frente al tribunal que lo acababa de juzgar y, aunque sentía el peso de sus órganos precipitándose como si fueran de plomo, los miró desafiante. Giró la cabeza hacia su izquierda y pudo ver cómo un grupo de oficiales se acercaban para inmovilizarlo como un animal recién cazado. Giró la cabeza hacia su derecha y, entrecerrando los ojos, pudo ver entre siluetas humanas difusas, cómo su defensor juntaba los papeles insensibles de una faena recién terminada y a lo lejos, cada vez más nublosas y acercándose a la puerta de salida, las siluetas monocromáticas del resto de los funcionarios."

GAYOLAPOLIS - COSTANTINI FEDERICO

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Su autor, Federico Constantini, escribió este texto que nos parece contiene lo esencial y dramático de aquello que sucede en el espíritu de quien ha sido condenado. Copiar las primeras líneas del texto es dejar, es dejar reflejo de insospechadas tensiones del hombre: "Cuando Ramírez escuchó la sentencia tuvo una sensación desconocida para él hasta ese momento. Tuvo la sensación de la certeza. Supo, desde ese preciso instante, que a partir de ese día y por muchos años más, debíahacer solo una cosa, seguir sobreviviendo. Se levantó de la silla frente al tribunal que lo acababa de juzgar y, aunque sentía el peso de sus órganos precipitándose como si fueran de plomo, los miró desafiante. Giró la cabeza hacia su izquierda y pudo ver cómo un grupo de oficiales se acercaban para inmovilizarlo como un animal recién cazado. Giró la cabeza hacia su derecha y, entrecerrando los ojos, pudo ver entre siluetas humanas difusas, cómo su defensor juntaba los papeles insensibles de una faena recién terminada y a lo lejos, cada vez más nublosas y acercándose a la puerta de salida, las siluetas monocromáticas del resto de los funcionarios."