El Gringo arranca despacio, hinchando el pecho , con la mirada al frente. Con la certeza de una cancha ya visitada, pero completamente posible, escribe tomando ritmo. En su escritura, como en la vida, el futbol es mucho más que un deporte. La idea queda clara al inicio del primer cuento, donde un narrador convencido lo pone todo en juego. Ramia no patea solo. En sus relatos se trasluce la camiseta que usaron el gordo Soriano, Sasturain, Sacheri, el Negro Fontanarrosa,. Devuelvan la pelota, se desprende como un grito colgado de la palabra furiosa. Es el pedido de cambio pisando el final de juego. Es todas las banderas emocionadas hasta las lágrimas y los pibes en la canchita de cualquier barrio cordobés. Meterse en esta primera recopilación de cuentos del Gringo es una invitación a devolver un pase al terreno de la infancia, a saltar el alambrado y, finalmente, a relatar una victoria transpirada, absolutamente merecida. Soledad Soler