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Enrique Lihn me mostro que el germen de escribir no estaba tanto en las grandes ideas como en disponer de una libretita para anotar. Asi es como Enrique, con su libretita a cuestas, andaba metiendose en los recovecos mas marginales de la peligrosisima Nueva York pre-Giuliani, anotando quien sabe que fragmentos de experiencia subjetiva para situar y situarse. Un dia que, pertrechando con la libretita, estaba por tomar el subte desde mi casa en Chelsea hasta la Universidad de Columbia, le explique que no se pasara de la calle 120 porque entrar en Harlem significa una aventura a la que no se animaban ni los mas recios policias blancos. Enfrascado en observar a la gente para sus anotaciones, de golpe empezo a caer en la cuenta de que en el vagon ya no quedan blancos y que lo rodeaban puros afroamericanos. La estrategia de supervivencia que despues me narro podria haber salido de la mente de Groucho Marx: disimuladamente se revolvio el pelo ensortijado que lo caracteriza como para parecer, segun el, “un hippie mulato”. Leyendo años despues A partir de Manhattan, me encontre con varios poemas que aluden al subte neoyorquino. Uno titulado simplemente “Subway”, donde creo reconocer que alude a la experiencia de ese dia. Un fragmento dice: “Exit 18 Street –medidas de prevencion– / como si en el vacio nocturno a uno lo amenazara / la irrupcion de quien sabe que horda”. La salida por la calle 18 era la de mi casa, a la que volvio palido y aterrado. Por ese entonces el tambien, a pesar de su prestigio, era un sudaca pobre, por lo que lo tuve un par de dias como huesped, durmiendo en el piso de mi modestisimo sublet.

A PARTIR DE MANHATTAN - ENRIQUE LIHN

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Enrique Lihn me mostro que el germen de escribir no estaba tanto en las grandes ideas como en disponer de una libretita para anotar. Asi es como Enrique, con su libretita a cuestas, andaba metiendose en los recovecos mas marginales de la peligrosisima Nueva York pre-Giuliani, anotando quien sabe que fragmentos de experiencia subjetiva para situar y situarse. Un dia que, pertrechando con la libretita, estaba por tomar el subte desde mi casa en Chelsea hasta la Universidad de Columbia, le explique que no se pasara de la calle 120 porque entrar en Harlem significa una aventura a la que no se animaban ni los mas recios policias blancos. Enfrascado en observar a la gente para sus anotaciones, de golpe empezo a caer en la cuenta de que en el vagon ya no quedan blancos y que lo rodeaban puros afroamericanos. La estrategia de supervivencia que despues me narro podria haber salido de la mente de Groucho Marx: disimuladamente se revolvio el pelo ensortijado que lo caracteriza como para parecer, segun el, “un hippie mulato”. Leyendo años despues A partir de Manhattan, me encontre con varios poemas que aluden al subte neoyorquino. Uno titulado simplemente “Subway”, donde creo reconocer que alude a la experiencia de ese dia. Un fragmento dice: “Exit 18 Street –medidas de prevencion– / como si en el vacio nocturno a uno lo amenazara / la irrupcion de quien sabe que horda”. La salida por la calle 18 era la de mi casa, a la que volvio palido y aterrado. Por ese entonces el tambien, a pesar de su prestigio, era un sudaca pobre, por lo que lo tuve un par de dias como huesped, durmiendo en el piso de mi modestisimo sublet.