«Claude Mercier ha hecho suya la manera en que José Attal, en su libro el pase, ¿a título de qué?, llegó a considerar el pase -que no tiene nada que ver con el análisis- como una producción diagramática, un devenir en obra, un agenciamiento de producción mutante de subjetividad. Con intercesores como Deleuze y Guattari, Gilles Chatelet, Pasolini, Bajtín, o Peirce, Hjelmslev, Guillaume, o incluso Desargues, el autor problematiza con rigor el nudo borromeo de Lacan como diagrama, y agujero sin borde lacaniano como línea de fuga. Un diagrama nunca funciona para representar un mundo objetivado, al contrario, organiza un nuevo tipo de realidad y es siempre un asunto de política. Leyendo el último seminario de Lacan, Disolución, el autor hace del agujero sin borde el lugar topológico de lo político en Lacan, lugar de la escuela.»