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"Iba corriendo escuchando música y pensando en varias cosas al mismo tiempo, todas mezcladas, cuando sentí una mano apoyarse en mi espalda. Era de noche, lloviznaba y salvo por dos o tres personas más que me había cruzado, no había mucha gente en el parque. En un segundo pensé en un tipo grandote con un palo o con un arma. Me asusté, pero me costó reaccionar. Seguí corriendo sin alterar el ritmo y apenas giré la cabeza, despacio, por miedo a lo que me podría encontrar. Pero sólo vi a un chico, con calzas negras, remera y gorra que me sonreía y me saludaba con la mano. Sus labios se movían, pero como yo tenía la música muy fuerte, no podía escuchar nada de lo que decía. De algún lado lo conocía, pero no podía reconocer su cara. A mí me pasaba seguido que no reconocía a la gente por la calle, porque estaba pensando en otra cosa o porque sin los lentes no veía nada o por las dos cosas juntas. Levanté la mano, le sonreí y lo saludé. Él siguió corriendo más rápido que yo. Me lo quedé mirando mientras desaparecía en la oscuridad. Entre las sombras y los reflejos de las luces del parque parecía convertirse en un caballo negro que galopaba. Empecé a correr más lento. Traté de ponerle un nombre a la cara que había visto, en una suerte de juego mental parecido a las máquinas tragamonedas del casino: de un lado estaba la foto del chico que me había cruzado estática y del otro iban girando varias imágenes de personas conocidas que podrían hacer jackpot en cualquier momento. Podía sentir la adrenalina de ganar, pero nunca había coincidencia. Me desconcentré y paré. Volviendo a casa, se largó a llover más fuerte y entré en una estación de servicio a esperar que parara. Me compré un agua y un paquete de cigarrillos. Me senté en una de las mesitas frente a los ventanales. Entró un grupo de adolescentes todas con mochilas y celulares en la mano; gritándose entre ellas, riéndose de sus pelos mojados y sacándose fotos. Me volví a poner los auriculares para no escucharlas mientras se perdían entre los pasillos de papas fritas y galletitas. Un grupo de ciclistas se había agrupado debajo del techo. Se revisaban entre ellos como si el agua de la lluvia les hubiera quemado la ropa o hubiera dañado sus bicicletas profesionales. Parecían sincronizados con la música que estaba escuchando como parte del video del tema, bailando atrás del cantante principal con sus cascos, rodilleras y muñequeras. Me quedé mirándolos a través de los ventanales que comenzaban a empañarse, cuando de repente, volvió a aparecer calzas y gorrita, empapado, golpeando el ventanal, con un Gatorade de medio litro azul en la mano. Entró a la estación y se sentó enfrente de mí."

RECUERDOS DE MAR DEL PLATA - CAAMAÑO MARINA

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"Iba corriendo escuchando música y pensando en varias cosas al mismo tiempo, todas mezcladas, cuando sentí una mano apoyarse en mi espalda. Era de noche, lloviznaba y salvo por dos o tres personas más que me había cruzado, no había mucha gente en el parque. En un segundo pensé en un tipo grandote con un palo o con un arma. Me asusté, pero me costó reaccionar. Seguí corriendo sin alterar el ritmo y apenas giré la cabeza, despacio, por miedo a lo que me podría encontrar. Pero sólo vi a un chico, con calzas negras, remera y gorra que me sonreía y me saludaba con la mano. Sus labios se movían, pero como yo tenía la música muy fuerte, no podía escuchar nada de lo que decía. De algún lado lo conocía, pero no podía reconocer su cara. A mí me pasaba seguido que no reconocía a la gente por la calle, porque estaba pensando en otra cosa o porque sin los lentes no veía nada o por las dos cosas juntas. Levanté la mano, le sonreí y lo saludé. Él siguió corriendo más rápido que yo. Me lo quedé mirando mientras desaparecía en la oscuridad. Entre las sombras y los reflejos de las luces del parque parecía convertirse en un caballo negro que galopaba. Empecé a correr más lento. Traté de ponerle un nombre a la cara que había visto, en una suerte de juego mental parecido a las máquinas tragamonedas del casino: de un lado estaba la foto del chico que me había cruzado estática y del otro iban girando varias imágenes de personas conocidas que podrían hacer jackpot en cualquier momento. Podía sentir la adrenalina de ganar, pero nunca había coincidencia. Me desconcentré y paré. Volviendo a casa, se largó a llover más fuerte y entré en una estación de servicio a esperar que parara. Me compré un agua y un paquete de cigarrillos. Me senté en una de las mesitas frente a los ventanales. Entró un grupo de adolescentes todas con mochilas y celulares en la mano; gritándose entre ellas, riéndose de sus pelos mojados y sacándose fotos. Me volví a poner los auriculares para no escucharlas mientras se perdían entre los pasillos de papas fritas y galletitas. Un grupo de ciclistas se había agrupado debajo del techo. Se revisaban entre ellos como si el agua de la lluvia les hubiera quemado la ropa o hubiera dañado sus bicicletas profesionales. Parecían sincronizados con la música que estaba escuchando como parte del video del tema, bailando atrás del cantante principal con sus cascos, rodilleras y muñequeras. Me quedé mirándolos a través de los ventanales que comenzaban a empañarse, cuando de repente, volvió a aparecer calzas y gorrita, empapado, golpeando el ventanal, con un Gatorade de medio litro azul en la mano. Entró a la estación y se sentó enfrente de mí."