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"Si hay un territorio discursivizado, ese es el cuerpo. Del cuerpo femenino se desprenden algunas derivas: una es el lugar del cuerpo como espacio que, en parte, es desconocido. En la enfermedad, en el dolor, el cuerpo es un límite, algo que comienza a escindirse de la conciencia, y de pronto se constituye en un lugar de donde surgen las preguntas, y desde esa discursividad, que pregunta sobre la propia carne –se interroga a sí o a un ser superior– existe el riesgo y la posibilidad del salto metafísico. Además de la violencia, la maternidad, el dolor, el cuerpo es un lugar marcado por el deseo. Se ha aprendido a hablar de ello: de lo propio, pero también hay una recuperación de las historias de las madres y las abuelas, en tanto que percibirnos a nosotras mismas, es percibir la genética, las marcas de lo que, en su silencio, nuestras antecesoras no pudieron decir. Hablar –decir, denunciar, proveer voz– es iluminar, revelar los lugares posibles de una lengua –de las probabilidades de una lengua, de una lengua especular– que ha estado en latencia, y que estalla como un espejo." Del prólogo de Elena Anníbali

POETAS ARGENTINAS 1981 2000 - ELENA ANNIBALI SELECCION Y PROLOGO

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"Si hay un territorio discursivizado, ese es el cuerpo. Del cuerpo femenino se desprenden algunas derivas: una es el lugar del cuerpo como espacio que, en parte, es desconocido. En la enfermedad, en el dolor, el cuerpo es un límite, algo que comienza a escindirse de la conciencia, y de pronto se constituye en un lugar de donde surgen las preguntas, y desde esa discursividad, que pregunta sobre la propia carne –se interroga a sí o a un ser superior– existe el riesgo y la posibilidad del salto metafísico. Además de la violencia, la maternidad, el dolor, el cuerpo es un lugar marcado por el deseo. Se ha aprendido a hablar de ello: de lo propio, pero también hay una recuperación de las historias de las madres y las abuelas, en tanto que percibirnos a nosotras mismas, es percibir la genética, las marcas de lo que, en su silencio, nuestras antecesoras no pudieron decir. Hablar –decir, denunciar, proveer voz– es iluminar, revelar los lugares posibles de una lengua –de las probabilidades de una lengua, de una lengua especular– que ha estado en latencia, y que estalla como un espejo." Del prólogo de Elena Anníbali