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Cayetano Santos Godino, conocido como el Oreja o el Petiso Orejudo, fue detenido en Buenos Aires, en 1912, a sus dieciséis años. Se lo acusó de haber cometido once delitos: tres asesinatos y ocho intentos de asesinato; sus víctimas eran niños de pocos años a los que estrangulaba. Niños pobres, tan pobres como él. Su prontuario fue siempre impreciso, sin embargo, la historia lo consagró como un monstruo nacional y sobre él recaen mitos y relatos. María Moreno recrea con maestría la subjetividad del Petiso Orejudo, desde su infancia en un conventillo de Buenos Aires hasta el confinamiento en el penal de Ushuaia donde terminó sus días en 1944. Entre la crónica y la novela, la autora interviene en su investigación sobre los crímenes de Godino, a modo de abogada defensora, para contar una historia triste, de inmigración y miseria. El Petiso Orejudo también es un reportaje de época, que recupera los discursos criminalistas y psiquiátricos hegemónicos sobre los que se clasificaba la violencia propia de la pobreza y se constituían los arquetipos de delincuencia.

PETISO OREJUDO - MORENO MARIA

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Cayetano Santos Godino, conocido como el Oreja o el Petiso Orejudo, fue detenido en Buenos Aires, en 1912, a sus dieciséis años. Se lo acusó de haber cometido once delitos: tres asesinatos y ocho intentos de asesinato; sus víctimas eran niños de pocos años a los que estrangulaba. Niños pobres, tan pobres como él. Su prontuario fue siempre impreciso, sin embargo, la historia lo consagró como un monstruo nacional y sobre él recaen mitos y relatos. María Moreno recrea con maestría la subjetividad del Petiso Orejudo, desde su infancia en un conventillo de Buenos Aires hasta el confinamiento en el penal de Ushuaia donde terminó sus días en 1944. Entre la crónica y la novela, la autora interviene en su investigación sobre los crímenes de Godino, a modo de abogada defensora, para contar una historia triste, de inmigración y miseria. El Petiso Orejudo también es un reportaje de época, que recupera los discursos criminalistas y psiquiátricos hegemónicos sobre los que se clasificaba la violencia propia de la pobreza y se constituían los arquetipos de delincuencia.