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Como un Forrest Gump de la percusión, Bam Bam tuvo mil vidas en una. De cuna aristocrática (de su padre sabemos que fue diplomático y juez de la Corte Suprema), fue la oveja descarriada. Vivió en la selva amazónica, donde absorbió ritmos y costumbres de los pueblos originarios. Antropólogo espontáneo, fue en busca del legado afro-peruano (“había armado un Buena Vista Social Club con los talentos negros disgregados”, asegura una de sus exparejas, Olga Tarditti), tocó en Nueva York en la orquesta del legendario Machito, junto al virtuoso pianista frances Michel Petrucciani y el guitarrista Jim Hall, le enseñó las virtudes del cajón a eminencias como Alex Acuña y Rubem Dantas, llegó a la Argentina de la mano de Alejandro Lerner en los 80 y tocó con Liliana Vitale y Teresa Parodi, tuvo como discípulos al mendocino Facundo Guevara y al exbaterista de Divididos Jorge Araujo, fue amigo de rockeros (Willy Crook, Pity Alvarez, Gustavo Cordera, entre otros) y luego de sumarse a la banda de La Mona Jiménez, a comienzos de los 90, revolucionó el ritmo del cuarteto cordobés. “La de ustedes es una música que gira como una pelota, y la música con swing debe girar como un huevo”, explicó. Su mayor marca puede verse en el increíble recitado que abre Raza Negra, el álbum conceptual que La Mona lanzó en 1994. “Si uno la disfruta, la vida se transforma en un realismo mágico maravilloso”, le dijo a Víctor Pintos en una entrevista previamente inédita. El periodista le había mencionado a García Márquez, y Bam Bam, culto y descarriado como Luca Prodan, dejó una frase para la posteridad.

PATRON DEL RITMO BUSCANDO A BAM BAM MIRANDA - ARRASCAETA GERMAN

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Como un Forrest Gump de la percusión, Bam Bam tuvo mil vidas en una. De cuna aristocrática (de su padre sabemos que fue diplomático y juez de la Corte Suprema), fue la oveja descarriada. Vivió en la selva amazónica, donde absorbió ritmos y costumbres de los pueblos originarios. Antropólogo espontáneo, fue en busca del legado afro-peruano (“había armado un Buena Vista Social Club con los talentos negros disgregados”, asegura una de sus exparejas, Olga Tarditti), tocó en Nueva York en la orquesta del legendario Machito, junto al virtuoso pianista frances Michel Petrucciani y el guitarrista Jim Hall, le enseñó las virtudes del cajón a eminencias como Alex Acuña y Rubem Dantas, llegó a la Argentina de la mano de Alejandro Lerner en los 80 y tocó con Liliana Vitale y Teresa Parodi, tuvo como discípulos al mendocino Facundo Guevara y al exbaterista de Divididos Jorge Araujo, fue amigo de rockeros (Willy Crook, Pity Alvarez, Gustavo Cordera, entre otros) y luego de sumarse a la banda de La Mona Jiménez, a comienzos de los 90, revolucionó el ritmo del cuarteto cordobés. “La de ustedes es una música que gira como una pelota, y la música con swing debe girar como un huevo”, explicó. Su mayor marca puede verse en el increíble recitado que abre Raza Negra, el álbum conceptual que La Mona lanzó en 1994. “Si uno la disfruta, la vida se transforma en un realismo mágico maravilloso”, le dijo a Víctor Pintos en una entrevista previamente inédita. El periodista le había mencionado a García Márquez, y Bam Bam, culto y descarriado como Luca Prodan, dejó una frase para la posteridad.