ENVÍOS SIN COSTOS A TODO EL PAÍS EN COMPRAS WEB SUPERIORES A $60.000
El teléfono es hoy (o parece ser) un objeto caído en desuso. Si en algún momento era el principal medio por el cual una persona podía comunicarse con otra y esa era su única función, hoy ha mutado (de “teléfono de línea” a “celular”), y ha dejado de cumplir esa única función para ser un dispositivo que sirve para muchas otras cosas: sacar fotos, enviar mensajes de audio, filmar, navegar por Internet. Pero no para hablar. El dato es que las conversaciones telefónicas empiezan ritualmente así, diciendo “¿Hola?”, deteniéndose antes que nada en el propio canal de la comunicación, constatando una y otra vez, y antes de empezar la conversación propiamente dicha, que el canal efectivamente está y que anda perfectamente bien. Como si un resto de asombro ante el hecho mismo de que el teléfono exista no pudiese sino aflorar ante cada llamado y ante cada respuesta, como si cada conversación telefónica no pudiese sino verse antecedida por una especie de homenaje implícito ante el prodigio, nunca asimilado del todo, de poder hablar con otro aunque el otro no esté ahí. Martín Kohan

HOLA UN REQUIEM PARA EL TELÉFONO - KOHAN MARTIN

$18.999
Envío gratis superando los $60.000
HOLA UN REQUIEM PARA EL TELÉFONO - KOHAN MARTIN $18.999
Entregas para el CP:

Medios de envío

  • El Espejo Libros - Casa Central Deán Funes 163, Paseo Santa Catalina - Local 4 y 5. Atención Lun a Vier 9.30 a 19.00hs Sáb 9.30 a 13.30hs

    Gratis
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.
El teléfono es hoy (o parece ser) un objeto caído en desuso. Si en algún momento era el principal medio por el cual una persona podía comunicarse con otra y esa era su única función, hoy ha mutado (de “teléfono de línea” a “celular”), y ha dejado de cumplir esa única función para ser un dispositivo que sirve para muchas otras cosas: sacar fotos, enviar mensajes de audio, filmar, navegar por Internet. Pero no para hablar. El dato es que las conversaciones telefónicas empiezan ritualmente así, diciendo “¿Hola?”, deteniéndose antes que nada en el propio canal de la comunicación, constatando una y otra vez, y antes de empezar la conversación propiamente dicha, que el canal efectivamente está y que anda perfectamente bien. Como si un resto de asombro ante el hecho mismo de que el teléfono exista no pudiese sino aflorar ante cada llamado y ante cada respuesta, como si cada conversación telefónica no pudiese sino verse antecedida por una especie de homenaje implícito ante el prodigio, nunca asimilado del todo, de poder hablar con otro aunque el otro no esté ahí. Martín Kohan