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Esquirlas deletrean miedos y perplejidades que asisten a la pregunta sobre el porvenir de la vida. Mientras pavuras huyen en estampidas, construyen fortalezas, se protegen con el odio, pasmos no saben qué hacer. Mientras miedos paralizan, perplejidades necesitan demorarse en lo no sabido. Se establecen protocolos para conducir miedos, pero no se pueden reglamentar perplejidades. La pérdida de las ilusiones de inmunidad e indemnidad nos deja, otra vez, en la intemperie. Nada garantiza que no nos enfermemos de este u otro virus. No se sale sin heridas de catástrofes planetarias que combinan desamparos, desigualdades, ensañamientos. El psicoanálisis advierte que portamos un saber no sabido. Que como no queremos o no podemos saber qué nos pasa, ese no saber se cubre con sentencias, frases hechas, interpretaciones automáticas. Lo difícil consiste en vivir sabiendo lo no sabido: el sentido secreto de los días. De los muchos porvenires, Esquirlas vislumbran lo venidero como una común sabiduría para alojar lo que se ignora. No conciben lo no sabido como carencia o insuficiencia de saber, lo piensan como invitación a habitar un sinfín, una multiplicidad, la demasía de lo vivo. Se trata de un no sabido que solicita algo diferente a un saber. Que no requiere revelaciones ni hermenéuticas. Que incita a respetar lo irreductible, a abandonar el dominio de la mismidad, a respirar un poco de infinito. Esquirlas confían en lo no sabido como callada conciliación entre palabra y vida.

ESQUIRLAS PLIEGUES DE LA PESTE - PERCIA MARCELO

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Esquirlas deletrean miedos y perplejidades que asisten a la pregunta sobre el porvenir de la vida. Mientras pavuras huyen en estampidas, construyen fortalezas, se protegen con el odio, pasmos no saben qué hacer. Mientras miedos paralizan, perplejidades necesitan demorarse en lo no sabido. Se establecen protocolos para conducir miedos, pero no se pueden reglamentar perplejidades. La pérdida de las ilusiones de inmunidad e indemnidad nos deja, otra vez, en la intemperie. Nada garantiza que no nos enfermemos de este u otro virus. No se sale sin heridas de catástrofes planetarias que combinan desamparos, desigualdades, ensañamientos. El psicoanálisis advierte que portamos un saber no sabido. Que como no queremos o no podemos saber qué nos pasa, ese no saber se cubre con sentencias, frases hechas, interpretaciones automáticas. Lo difícil consiste en vivir sabiendo lo no sabido: el sentido secreto de los días. De los muchos porvenires, Esquirlas vislumbran lo venidero como una común sabiduría para alojar lo que se ignora. No conciben lo no sabido como carencia o insuficiencia de saber, lo piensan como invitación a habitar un sinfín, una multiplicidad, la demasía de lo vivo. Se trata de un no sabido que solicita algo diferente a un saber. Que no requiere revelaciones ni hermenéuticas. Que incita a respetar lo irreductible, a abandonar el dominio de la mismidad, a respirar un poco de infinito. Esquirlas confían en lo no sabido como callada conciliación entre palabra y vida.