Es indudable el desarrollo que han experimentado numerosas disciplinas, sobre todo en el campo de las neurociencias, en los primeros años del Siglo XXI. En ese sentido, hemos sido testigos privilegiados de una nueva ola de avances científicos y tecnológicos que nos han permitido una mayor comprensión de los procesos biológicos y moleculares que subyacen al funcionamiento de la mente humana, particularmente aquellos involucrados en el procesamiento de la información en el cerebro.