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¿Pueden las neurociencias explicar y abarcar la totalidad de las problemáticas de las infancias actuales? ¿Es ético o productivo que intervengan en casi todos los campos de la vida social? Transparentar el cerebro a través de neuroimágenes, ¿nos vuelve verdaderamente más transparentes? Al abandonar la prudencia propia de las ciencias, ¿no simplifican las dimensiones en juego en la crianza, la educación o el amor? Una suerte de "neuromanía" invade nuestra vida y lleva a la producción de una verdadera epidemia de nombres impropios en la infancia (dislexia, ADHD, bipolaridad o espectro autista). Nuestra subjetividad no se compone solo de neuronas; ellas son su imprescindible sustento biológico, pero no su única causa. Estamos hechos de tiempo. Y la defensa de ese tiempo propio como acto de libertad asume la forma de una despatologización. Vaciar al sujeto de tantos nombres "impropios" permite una apuesta: que quede libre para esa forma de vida que todavía no tiene nombre, para la que debemos buscar nuevas palabras, otras constelaciones, quizás lenguas diferentes. Es importante, porque eso es lo que somos.

NIÑOS O CEREBROS CUANDO NEUROCIENCIAS DESCARRILAN - VASEN JUAN

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¿Pueden las neurociencias explicar y abarcar la totalidad de las problemáticas de las infancias actuales? ¿Es ético o productivo que intervengan en casi todos los campos de la vida social? Transparentar el cerebro a través de neuroimágenes, ¿nos vuelve verdaderamente más transparentes? Al abandonar la prudencia propia de las ciencias, ¿no simplifican las dimensiones en juego en la crianza, la educación o el amor? Una suerte de "neuromanía" invade nuestra vida y lleva a la producción de una verdadera epidemia de nombres impropios en la infancia (dislexia, ADHD, bipolaridad o espectro autista). Nuestra subjetividad no se compone solo de neuronas; ellas son su imprescindible sustento biológico, pero no su única causa. Estamos hechos de tiempo. Y la defensa de ese tiempo propio como acto de libertad asume la forma de una despatologización. Vaciar al sujeto de tantos nombres "impropios" permite una apuesta: que quede libre para esa forma de vida que todavía no tiene nombre, para la que debemos buscar nuevas palabras, otras constelaciones, quizás lenguas diferentes. Es importante, porque eso es lo que somos.