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"Permitan que cien flores florezcan, que cien escuelas de pensamiento disputen". Tal era la consigna de la Campaña de las Cien Flores de 1956 que, como tantas otras veces en la historia de la República Popular China, detrás de la promesa inicial de una democratización de la critica al Partido, ocultaba un ajuste de cuentas entre sus diversas facciones burocráticas y concluía en la caza ideológica de los supuestos herejes. Las escuelas de pensamiento aludian a la ciencia, las flores, a los escritores y artistas.
No en China pero en buena parte del resto del mundo brotarían por la misma época cientos de miles de retoños, en este caso musicales, al calor del quemante sol de las ideologías, en el preciso momento en que tantos Intelectuales se empeñaban en decretar su fin. La Guerra Fría, las nuevas sociedades de la afluencia, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, el fin de los imperios coloniales, las rebeliones estudiantiles, las contradicciones de la contracultura, las dificultades del Estado de Bienestar, la crisis del petróleo y el nuevo realismo político de los ochenta enmarcarían un período pródigo en innovaciones sonoras y experimentos sociales. Y la música configuraría un terreno tan válido como cualquier otro para rastrear las esperanzas desmesuradas y las promesas incumplidas, los atisbos utópicos y las realidades descarnadas, las efervescencias del presente, las nostalgias de un pretérito huidizo y las expectativas de un futuro más promisorio.
No es el telón de fondo, este de las sociedades europeas y americanas de post guerra, sino el principio mismo que articula el intento de comprensión de un conjunto amplio y flexible de manifestaciones musicales que contribuirían a las metamorfosis de un pop (¿rock?) que ya acumula seis décadas de acelerada evolución. Del doo wop y la canción ligera al krautrock y el prog sueco, del underground checoslovaco al rock argentino, de la improvisación libre europea al post industrial, de la contracultura británica a la electrónica alemana, esta compilación apunta a trazar un modesto fresco -hecho de revelaciones parciales, de triunfos efímeros y fracasos legendarios- de un tiempo que, si bien irremisiblemente pasado, no carece de lecciones para nuestro propio presente.

QUE CIEN FLORES FLOREZCAN INNOVACIÓN MUSICAL - CAMBIASSO NORBERTO

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"Permitan que cien flores florezcan, que cien escuelas de pensamiento disputen". Tal era la consigna de la Campaña de las Cien Flores de 1956 que, como tantas otras veces en la historia de la República Popular China, detrás de la promesa inicial de una democratización de la critica al Partido, ocultaba un ajuste de cuentas entre sus diversas facciones burocráticas y concluía en la caza ideológica de los supuestos herejes. Las escuelas de pensamiento aludian a la ciencia, las flores, a los escritores y artistas.
No en China pero en buena parte del resto del mundo brotarían por la misma época cientos de miles de retoños, en este caso musicales, al calor del quemante sol de las ideologías, en el preciso momento en que tantos Intelectuales se empeñaban en decretar su fin. La Guerra Fría, las nuevas sociedades de la afluencia, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, el fin de los imperios coloniales, las rebeliones estudiantiles, las contradicciones de la contracultura, las dificultades del Estado de Bienestar, la crisis del petróleo y el nuevo realismo político de los ochenta enmarcarían un período pródigo en innovaciones sonoras y experimentos sociales. Y la música configuraría un terreno tan válido como cualquier otro para rastrear las esperanzas desmesuradas y las promesas incumplidas, los atisbos utópicos y las realidades descarnadas, las efervescencias del presente, las nostalgias de un pretérito huidizo y las expectativas de un futuro más promisorio.
No es el telón de fondo, este de las sociedades europeas y americanas de post guerra, sino el principio mismo que articula el intento de comprensión de un conjunto amplio y flexible de manifestaciones musicales que contribuirían a las metamorfosis de un pop (¿rock?) que ya acumula seis décadas de acelerada evolución. Del doo wop y la canción ligera al krautrock y el prog sueco, del underground checoslovaco al rock argentino, de la improvisación libre europea al post industrial, de la contracultura británica a la electrónica alemana, esta compilación apunta a trazar un modesto fresco -hecho de revelaciones parciales, de triunfos efímeros y fracasos legendarios- de un tiempo que, si bien irremisiblemente pasado, no carece de lecciones para nuestro propio presente.