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¿Qué hacer entonces? —se pregunta de inmediato el que se enfrenta desde distintos lugares a este fenómeno, tan antiguo de hecho como el propio vínculo que constituye al grupo escolar. Ya sea desde el lugar del enseñante, del familiar, del acosador o del acosado, la pregunta debe empezar a abordarse por la negativa. En primer lugar, se trata de desvictimizar a la victima, de devolverle su condición de sujeto allí donde participa, sin saberlo y sin quererlo, de la lógica del grupo en la que se juegan las identificaciones de sus tres lugares estructurales. Lo que quiere decir también entonces interrogar a los otros dos lugares en su condición de sujetos del goce: al acosador en su demanda de amor-odio, al observador en la satisfacción que lo confirma como parte integrante de la escena. Digamos para concluir que la tarea pedagógica y la tarea mediadora encontrarán siempre aquí un límite: en lo imposible de educar el goce y en lo imposible de mediar entre el sujeto y el objeto de ese goce. Será siempre necesario interrogar a cada uno, fuera del vínculo grupal, sobre aquello que lo mantiene atado a lo más innombrable de su objeto. Tarea propia del discurso del analista allí donde sea posible. Miquel Bassols -"Palabras preliminares"-.

BULLYING ACOSO Y TIEMPOS VIOLENTOS - GOLDENBERG MARIO

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¿Qué hacer entonces? —se pregunta de inmediato el que se enfrenta desde distintos lugares a este fenómeno, tan antiguo de hecho como el propio vínculo que constituye al grupo escolar. Ya sea desde el lugar del enseñante, del familiar, del acosador o del acosado, la pregunta debe empezar a abordarse por la negativa. En primer lugar, se trata de desvictimizar a la victima, de devolverle su condición de sujeto allí donde participa, sin saberlo y sin quererlo, de la lógica del grupo en la que se juegan las identificaciones de sus tres lugares estructurales. Lo que quiere decir también entonces interrogar a los otros dos lugares en su condición de sujetos del goce: al acosador en su demanda de amor-odio, al observador en la satisfacción que lo confirma como parte integrante de la escena. Digamos para concluir que la tarea pedagógica y la tarea mediadora encontrarán siempre aquí un límite: en lo imposible de educar el goce y en lo imposible de mediar entre el sujeto y el objeto de ese goce. Será siempre necesario interrogar a cada uno, fuera del vínculo grupal, sobre aquello que lo mantiene atado a lo más innombrable de su objeto. Tarea propia del discurso del analista allí donde sea posible. Miquel Bassols -"Palabras preliminares"-.