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“El capitalismo ha avanzado en una conquista de nuestro tiempo, en tanto dedicamos la atención y energía al consumo de entretenimiento que no nos transforma, no nos enriquece, no nos lleva a una actitud crítica reflexiva, sino que nos deja en el mismo lugar. Un consumo inmóvil basado en lo simplificado, lo superficial que hace que se pierda la captación de la imagen, lo visual como un soporte de memoria o de transmisión del conflicto del horror humano. Vivimos en una drogadicción de imágenes felices, veloces, banales –a manera de las selfies– que van erosionando nuestro tiempo y actitud de percibir imágenes que transmiten otra dimensión de la vida ligada a la existencia humana, la finitud, el sufrimiento, el horror, la injusticia, el conflicto, esas tramas de la vida de lo trágico que nuestro hiper-consumo feliz necesita ocultar. Es un mundo en el que lo particular se sustituye por datos que se asocian a nuestros gustos y búsquedas en internet y que transmitimos a las empresas informáticas para ajustar nuestros perfiles de estímulo, nuestra capacidad de consumo a partir de una publicidad personalizada”.

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“El capitalismo ha avanzado en una conquista de nuestro tiempo, en tanto dedicamos la atención y energía al consumo de entretenimiento que no nos transforma, no nos enriquece, no nos lleva a una actitud crítica reflexiva, sino que nos deja en el mismo lugar. Un consumo inmóvil basado en lo simplificado, lo superficial que hace que se pierda la captación de la imagen, lo visual como un soporte de memoria o de transmisión del conflicto del horror humano. Vivimos en una drogadicción de imágenes felices, veloces, banales –a manera de las selfies– que van erosionando nuestro tiempo y actitud de percibir imágenes que transmiten otra dimensión de la vida ligada a la existencia humana, la finitud, el sufrimiento, el horror, la injusticia, el conflicto, esas tramas de la vida de lo trágico que nuestro hiper-consumo feliz necesita ocultar. Es un mundo en el que lo particular se sustituye por datos que se asocian a nuestros gustos y búsquedas en internet y que transmitimos a las empresas informáticas para ajustar nuestros perfiles de estímulo, nuestra capacidad de consumo a partir de una publicidad personalizada”.