Con estos Cursos y publicaciones mi anhelo es que el discurso del psicoanálisis capte y tome por sorpresa, tal como ocurre con un lapsus; que eso que se presenta como indeseado y opaco fulgure y asombre; que sea incluido.

Parece una empresa que excede mis modestas posibilidades pero me tranquiliza saber que no se trata de mí, ya que al ser un discurso, se articula. Uno simplemente tiene que abstenerse de arruinarlo.

Al ser el ordenamiento y la dinámica del aparato anímico un permanente girar en torno a obtener una satisfacción faltante, de ella provienen su vida, ímpetu y orientación. Una de mis mayores sorpresas fue aprender esto, ¡¿tendrá el lector la gentileza y paciencia de acompañarme en esta experiencia tan singular de recorrer las idas y vueltas del tejido del psiquismo conducido por el delirio de obtener lo que no hay, nunca hubo, ni habrá?!

¡Parece ciencia ficción! el aparato anímico construye el sentido de realidad viciado de una suposición propiamente delirante, a saber, obtener lo que es imposible. Ya lo practica Juanito, el lógico del psicoanálisis, al demostrar que los seres hablantes construimos nuestra realidad en la que lejos de aceptar que no hay, suponemos con fe ciega que habrá, ya crecerá.

Freud encuentra inicialmente, en La Interpretación de los Sueños, que hay realización alucinatoria del deseo de modo tal que su realización, si fuera posible, haría delirar. De ahí nuestro asombro al encontrar que lo propio del psiquismo es su firme y obsesionada adherencia adictiva al no poder dejar de perseguir una satisfacción faltante. Deseo y goce son los objetos de ese funcionamiento adictivo.

Permítanme citar a un estilista de la lengua (Fénelon) para invitarlos a adentrarnos en esta experiencia de la práctica del discurso del psicoanálisis: “nada tan raro como el orden de las operaciones del espíritu”.