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SINOPSIS: Entre 1976 y 1978, Ana Iliovich estuvo secuestrada en el centro clandestino de detención La Perla (Córdoba, Argentina), en los inicios de la dictadura militar más sangrienta de la historia nacional. De entre las miles de personas secuestradas en ese lugar, ella y un puñado de otros han sobrevivido. Veinticinco años después, comienza a escribir breves impresiones de recuerdos; intenta hurgar en los pasillos de su memoria y reconstruirla dolorosamente para romper el silencio que retuvo aquel horror. Durante quince años, escribe.

“Han pasado muchos años. Algunos en los que quedó la hoja en blanco. Otros, de pocas palabras. Hoy decido poner un punto y dar a luz tanta sombra. Hoy que mis hijos han crecido. Hoy que tengo fuerza para exponerme. A la dicencia y maledicencia, a la crítica amable o no, al amor que va y vuelve, a la incomprensión y sus opuestos. Hoy muestro, sin ninguna pretensión de universalidad, el pedacito de verdad que puedo contar del horror absoluto, de la máquina de matar que morí y sobreviví en Córdoba, en La Perla, durante esos años que no terminan nunca. Que nunca terminan de terminar”.

SILENCIO EL POSTALES DE LA PERLA - ILIOVICH ANA

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SINOPSIS: Entre 1976 y 1978, Ana Iliovich estuvo secuestrada en el centro clandestino de detención La Perla (Córdoba, Argentina), en los inicios de la dictadura militar más sangrienta de la historia nacional. De entre las miles de personas secuestradas en ese lugar, ella y un puñado de otros han sobrevivido. Veinticinco años después, comienza a escribir breves impresiones de recuerdos; intenta hurgar en los pasillos de su memoria y reconstruirla dolorosamente para romper el silencio que retuvo aquel horror. Durante quince años, escribe.

“Han pasado muchos años. Algunos en los que quedó la hoja en blanco. Otros, de pocas palabras. Hoy decido poner un punto y dar a luz tanta sombra. Hoy que mis hijos han crecido. Hoy que tengo fuerza para exponerme. A la dicencia y maledicencia, a la crítica amable o no, al amor que va y vuelve, a la incomprensión y sus opuestos. Hoy muestro, sin ninguna pretensión de universalidad, el pedacito de verdad que puedo contar del horror absoluto, de la máquina de matar que morí y sobreviví en Córdoba, en La Perla, durante esos años que no terminan nunca. Que nunca terminan de terminar”.